lunes, 11 de abril de 2011

Salvando al soldado Perez

La fui a ver. La crítica con la que me identifico de la pelicula. Esta buena pero tiene razon, ya somos una burla de nosotros mismos


Salvando al Soldado Pérez. El narco paródico.
Escrito por Lorena Loeza on abr 5th, 2011

Dicen que es señal de buena salud mental, el tener la capacidad de reírse de uno mismo, de parodiar las tragedias propias antes de burlarse de las ajenas. Si ese el ánimo con el que fue concebida y filmada esta película, de verdad que lo cumple con creces. El narcotráfico en México -y en general en Latinoamérica- es una de nuestras realidades más dolorosas, porque genera violencia, desesperanza, muerte y desolación. El tema en el cine casi siempre es abordado desde su más cruda perspectiva: la de los jóvenes enrolados por falta de oportunidades como en La virgen de los sicarios; la respuesta desesperada vía la militarización, como en Tropa de élite, o la versión tragicómica del Infierno que vimos apenas el año pasado; por mencionar sólo algunas de las maneras en que el tema ha sido retratado por los cineastas latinoamericanos.
En este sentido, es importante decir que está película esta construida diametralmente en otro tono. Beto Gómez y los productores de la cinta (los hermanos Rovznar de Lemon Films) aprovechan el lado paródico del narco como personaje, para construir una comedia divertida, que seguramente tendrá buen eco en taquilla.
Partiendo del narco como estereotipo, Gómez construye un tipo de personaje del cual es muy fácil reírse: la bota vaquera, las medallas de oro, los excesos, caprichos kitsh muy costosos, los gustos musicales y en general, la imagen del narco que hemos dado en pensar que es la más popular.
En términos cinematográficos es claro que el tono es paródico desde el título. Quizás sea injusto catalogarla como una película toca el tema del narco, porque la verdad es que se observan muy pocas referencias sobre lo que esta actividad delictiva y violenta representa para una sociedad para la nuestra. Es decir, nadie habla de nuestra guerra perdida, mientra no reímos de como se visten y decoran sus casas.
Es así que el foco principal es contar la historia de Julián Pérez, (Rodarte) un jovencito sin futuro que termina por convertirse en un poderoso capo del narco. Siempre agobiado por el desprecio que su madre (Vega) y su hermano profesan por su actividad delictiva, se ve en la encrucijada de volver a ser aceptado como parte de la familia si logra a traer con vida a su hermano, Juan Pérez, que desapareció en Irak, combatiendo como parte del ejército norteamericano.
Pérez conforma un grupo de élite – parodia de algo así como Los indestructibles- entre narcos activos, retirados o presos. La misión es ir a Irak, recoger al hermano y ganar con ello el perdón de la madre. Hasta aquí la premisa principal parece sugerente y atractiva en función de elenco que conforma el grupo.
La historia se entrelaza con flashbacks del pasado de los Pérez, en general mal dibujados y que dejan muchos cabos sueltos. No entendemos bien que hacía el papá de los Pérez, cómo es que el tipo que enrola a Julián (Ramones) para terminar siendo su acérrimo rival, o porqué se pelea con su amigo Carmelo y al final terminan cada quien por su lado.
Y en eso estamos, cuando ya nos están contando las aventuras del grupo en su travesía para llegar a Irak. Aquí el dibujo de los personajes se cae al punto de que su característica principal – la de ser narco- se vuelve irrelevante para el desarrollo de la historia. Las inconsistencias en el guión van haciendo la historia poco creíble, y perdiendo poco el interés por un final que ya se intuye sin ninguna sorpresa mayor.
Dicho de otro modo el espectador se pregunta: ¿Qué es un narco fuera del ámbito de su influencia y poder? ¿En qué se convierte un narco cuando no tiene a quien corromper, amenazar u aterrorizar? En un mexicano como cualquiera, que escucha corridos y extraña el picante en las comidas. Un mexicano que a pesar de ser un capo poderoso, no puede negarse a obedecer a su madre. Un mexicano que sin plan ni estrategia, confía mas en el instinto que en el conocimiento.
Es de destacarse sin embargo, el buen manejo del lenguaje y el que una película mexicana no abuse de los albures, los desnudos o las malas palabras para atraer gente en taquilla. El elenco también merece un elogio, exceptuando el trabajo de Camil y Ramones que lucen sobreactuados y faltos de oficio al compartir la pantalla con verdaderos actores como Jesús Ochoa, Joaquín Cosío y Gerardo Taracena.
Una burla hacia nosotros mismos, es de lo que nos acabamos riendo. Sano, pero algo desconcertante si tomamos en cuenta que la película plantea de inicio otra cosa. Y sobre todo, si nos dicen que es la producción más cara de la historia en México, ya que definitivamente parece un buen ejemplo de cuando las cosas no valen lo que cuestan.

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